13 de julio de 2014

Negación

Así se llama a la primera fase del proceso de duelo, me enteré más tarde.
Realmente mi negación fue larga... yendo de aquí para allá y esperando que alguien me dijese que Bruno no tenía nada. Menos que menos Autismo, en ninguna de sus formas.
Mi problema partía de la base de un concepto equivocado sobre el autismo, que es el que generalmente uno encuentra en las personas cuando menciona el transtorno: no es culpa de nadie más que de la falta de difusión de información al respecto..
Pensaba en Dustin Hoffman en "Rain Man", siempre hablando solo, con una inteligencia prodigiosa en referencia a los números. También me venían a la mente los casos de niños sentados en el piso, balanceándose, con la mente en vaya uno a saber donde..
Mi Brunito no era así en absoluto: mimoso a más no poder, siempre demandando cariño y contacto corporal. Eso no era autismo, de ninguna manera!
Y sin embargo, con el tiempo, uno comienza a informarse, a aprender que cada autista es único y diferente a los demás, que cada expresión del espectro es única también. Y que aún el más cariñoso de los niños puede ser autista.
Después de la negación, el duelo continúa hacia etapas menos gratas: ira. 
Mucho enojo. El clásico "por qué a  mi? por qué yo? por qué mi hijo?". Y las estúpidas respuestas de los demás: "por qué a ti no? seguramente que te fué enviado porque tu ibas a saber cómo amarlo.. Dios no nos dá más de lo que podemos cargar.." Y unas reverendas ganas de mandar a todos al mismísimo infierno! Quiénes se creían que eran para poder dar consuelo?
Y mucho enojo con Dios. Al mismo tiempo, mucho consuelo en Nuestra Señora, la Virgen María: me refugié en María como nunca antes, ya que ella compartía conmigo su dolor de madre y la sentí como madre de todos y cada uno de nosotros, ese regazo en el cual nos sentimos consolados.
Tan enojada con Dios, tan convencida de que evidentemente estaba siendo castigada o pagando el castigo de alguien, concurrí a conversar con el Padre Daniel, quien le pidió al Señor que secara mis lágrimas, y se refirió al pasaje biblico en que Jesús le pregunta sus discípulos si un ciego de nacimiento era ciego por sus propios pecados o por los pecados de sus padres, respondiéndoles que por ninguna de las dos razones, sino que era ciego para que se hiciera en él la obra de Dios, y colocando barro en sus ojos, el ciego volvió a ver... Me fuí de la iglesia enfurecida pensando que el Padre Daniel estaba muy cómodo en su iglesia, diciendo estupideces...
Posteriormente las siguientes etapas del duelo: pacto y  negociación. Esta fué más difícil de identificar. Creo que venía de la mano de pensar qué terapias "alternativas" darían algún tipo de resultado milagroso en recuperar a Bruno hacia la "normalidad".
También, en el duelo, sobreviene la etapa de depresión y posteriormente aceptación.
Cuando estaba en la etapa de ira, y me explicaron las etapas sucesivas, pensé que todo este proceso sería continuo y cíclico a lo largo de mi vida, cada vez que me deparara con las cosas que Bruno no podría hacer, que la aceptación no llegaría jamás.
Sin embargo, siempre aparecen esos pequeños detalles que hacen que uno retome la lucha con fuerzas redobladas, y en este caso, llegó de la mano de Paula, mamá de un niño autista. Estoy segura que no sabe que sus palabras fueron tan importantes para mi: "Después del primer mal momento (el diagnóstico) vas a ver que todo va a mejorar".
A esa altura me parecía absolutamente imposible, pero para mi sorpresa, así fué. Y la obra de Dios comenzó a hacerse evidente ante mis ojos.


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